martes, 13 de noviembre de 2012

La carcel

Que paladar empedernido tienen las sombras al regalarme las paredes de esta carcel. Un juego de luz que refleja mi cuerpo en ese marco de posibilidades. Un espejo vago a perplejidades y certezas, claramente carece de vida cuando se encierra en el tiempo. Letreros sin nombre ni propaganda, gestos perdidos en la costumbre como una losa sin lechada cuatro esquinas pegadas al piso contando la misma historia de un albañil que las define. Preso de cielo, de memorias, de orugas y de arboles grises que recuerdo. Ser libre me encarcela el seso y me despinta la razon. No se si es el reloj que me olvida cuando me vive, hasta donde sé para morir no hay tiempo. Me basta con cerrar los ojos, jugar con los meses de ayer y soñar con el sueño que quizas sueña conmigo. Un edificio muerto o tal vez dormido convicto a cumplir con años verdes y palabras blancas. Todo una fachada de puertas redondas y guardias sordos con las llaves del camino. Libre por imaginacion en una carcel de adjetivos.

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